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CLASE: Reptiles
ORDEN: Escamados
FAMILIA: Boidos
GENERO Y ESPECIE: Eunectes murinus
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La anaconda es de color verde oscuro, con marcas ovales de color negro y ocre en los flancos. El vientre es más claro, y en la parte final de la cola muestra diseños en amarillo y negro que son únicos para cada ejemplar. El hocico está cubierto por seis escamas engrosadas, tres a cada lado, que constituyen el rasgo más distintivo que separa a las especies de Eunectes de las estrechamente relacionadas Boa.
La cabeza es estrecha, y no presenta un cuello marcado. Las narinas y los ojos están en una posición elevada, facilitando así la respiración y la percepción durante los largos períodos que pasa sumergida. Los receptores olfativos se encuentran en la lengua, como en todas las serpientes. El cuerpo es ancho y musculoso, adaptado a la forma de presa de la serpiente, que mata a sus presas por constricción.
En la región caudal, la zona de la cloaca es la única no cubierta por escamas de todo el cuerpo. En las inmediaciones de ésta la anaconda presenta espolones, los restos de las extremidades locomotoras atrofiadas.
Es quizá la mayor serpiente conocida; las hembras, normalmente más grandes que los machos, alcanzan un promedio de 4 a 8 metros de largo y un peso de 45 a 180 kg, mientras que los machos alcanzan una longitud de 2,5 metros.
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La mayor anaconda que se ha registrado oficialmente fue una hembra cazada en Brasil, en 1960, la cual midió 8,45 m de longitud, con un peso 227 kg. Dieter Schmid, en su libro Mantenimiento de las serpientes afirma que sin bien el Libro Guinness de los Records nunca lo reconoció, el mayor ejemplar entre las serpientes en el mundo fue una anaconda verde de proporcionles descomunales encontrada en el Río Orinoco, en Venezuela, en 1944: 11,44 m de longitud, 285 kilogramos, y 123 cm de circunferencia, superando los 10 m de longitud de la pitón reticulada.
Este parece ser el tamaño máximo para una anaconda y el límite de los especímenes más grandes; sin embargo, se ha mencionado la existencia de hembras de hasta 12 metros de longitud y 250 kg de peso, con un diámetro de hasta 40 cm, y hasta tamaños superiores, pero son reportes vagos y deben tratarse con precaución, si bien algunos herpetólogos confían en que puede ser la única serpiente que supere los 10 m.
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Los machos son significativamente menores, en el caso más marcado de dimorfismo sexual entre los Squamata. Este tamaño es más sorprendente en vista de la escasa longevidad del animal, que rara vez supera los 15 años, aunque se documentan casos de hasta 50 años. Está entre los 10 animales más poderosos del mundo, según los zoólogos.
El espécimen más largo y pesado registrado fue una hembra con una longitud total de 521 cm y un peso de 97,5 kg. Para Jesús Rivas, las anacondas son las serpientes más largas y grandes del planeta.
Según una entrevista con la National Geographic Channel, en su libro El Dominio de la anaconda afirmó: «Existen grandes y fuertes pitones, pero ninguna alcanza el peso y tamaño de la anaconda, puesto que los ejemplares adultos pueden medir más de 9,14 m de longitud y pesar más de 250 kilogramos
Hábitat y comportamiento
La anaconda se siente a gusto tanto en los árboles como en el agua; prefiere los estanques de aguas quietas a las corrientes rápidas, por lo que es raro encontrarla a gran altitud.
Pasa la mayor parte del tiempo sumergida, acechando a su presa; la posición superior de las narinas le permite sumergir casi todo el cuerpo a modo de cripsis, y su poderosa musculatura la hace una rápida nadadora.
Caza por lo general animales que se acercan a beber, sujetándolos con sus mandíbulas y aferrándose a ellos para enroscarse alrededor de su cuerpo y asfixiarlos. El ataque es extremadamente rápido, en algo más de 10 segundos ya han sometido a su presa. Si encuentra la oportunidad de cazar en tierra, normalmente se descuelga desde una rama para sorprender a su presa.
La anaconda no tritura sus presas, su mandíbula se desencaja, permitiéndole tragar la presa entera y utiliza su fila de dientes interior (tienen cuatro filas de dientes, una ordinaria y otra en el paladar) para ir avanzando sobre su alimento e irlo introduciendo en su garganta. La digestión de una presa grande puede demorar varias semanas, durante las cuales la serpiente se encuentra casi inactiva y dormita en una rama o junto al agua.
Hábitat y comportamiento
La anaconda se siente a gusto tanto en los árboles como en el agua; prefiere los estanques de aguas quietas a las corrientes rápidas, por lo que es raro encontrarla a gran altitud.
Pasa la mayor parte del tiempo sumergida, acechando a su presa; la posición superior de las narinas le permite sumergir casi todo el cuerpo a modo de cripsis, y su poderosa musculatura la hace una rápida nadadora.
Caza por lo general animales que se acercan a beber, sujetándolos con sus mandíbulas y aferrándose a ellos para enroscarse alrededor de su cuerpo y asfixiarlos. El ataque es extremadamente rápido, en algo más de 10 segundos ya han sometido a su presa. Si encuentra la oportunidad de cazar en tierra, normalmente se descuelga desde una rama para sorprender a su presa.
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Se enroscan a su presa formando anillos con su cuerpo pero, por lo general, no es la fuerza de la constricción lo que mata a la presa, sino que le impide respirar, presionando el tórax para imposibilitar la inhalación, y lo logran por la inmensa fuerza de su cuerpo.
La anaconda no tritura sus presas, su mandíbula se desencaja, permitiéndole tragar la presa entera y utiliza su fila de dientes interior (tienen cuatro filas de dientes, una ordinaria y otra en el paladar) para ir avanzando sobre su alimento e irlo introduciendo en su garganta. La digestión de una presa grande puede demorar varias semanas, durante las cuales la serpiente se encuentra casi inactiva y dormita en una rama o junto al agua.
La anaconda es capaz de consumir presas de gran tamaño; el carpincho es una de sus víctimas predilectas, así como ejemplares jóvenes de tapir, pecarí, ciervo, y aún caimanes en caso de necesidad, e incluso se sabe que han devorado jaguares y cocodrilos. Se alimenta también de huevos, aves, diversos roedores y otros reptiles menores.
Últimamente, se ha visto anacondas caníbales, devorando a los de su propia especie. La mayoría de los especímenes vistos son hembras devorando machos pequeños, posiblemente, para supervivencia durante la temporada seca, donde es difícil capturar una sustanciosa presa.
Últimamente, se ha visto anacondas caníbales, devorando a los de su propia especie. La mayoría de los especímenes vistos son hembras devorando machos pequeños, posiblemente, para supervivencia durante la temporada seca, donde es difícil capturar una sustanciosa presa.
El apareamiento de la anaconda se produce entre los meses de abril y mayo; las hembras atraen a los machos mediante una señal olfativa, y éstos se congregan en torno a ellas a lo largo de varias semanas. En la última fase del cortejo, hasta una docena de machos se enrosca en torno a la hembra, luchando por acceder a la cloaca de ésta, formando una bola característica; pueden permanecer enroscados de este modo hasta 15 días, muchas veces en aguas poco profundas, hasta que la hembra —más grande y más fuerte— escoge al vencedor.
Durante la cópula propiamente dicha, los espolones del macho estimulan la región caudal de la hembra; ambas cloacas entran en contacto, y las colas se enroscan mientras se produce la inseminación.
La anaconda es ovovivípara; la gestación, que dura unos seis meses, se produce en el interior del cuerpo de la hembra. Al cabo de ésta, la hembra pare.
Durante la cópula propiamente dicha, los espolones del macho estimulan la región caudal de la hembra; ambas cloacas entran en contacto, y las colas se enroscan mientras se produce la inseminación.
La anaconda es ovovivípara; la gestación, que dura unos seis meses, se produce en el interior del cuerpo de la hembra. Al cabo de ésta, la hembra pare.
La anaconda no tiene particular valor comercial, aunque su piel se usa ocasionalmente en marroquinería; la principal amenaza para su conservación es la destrucción de su hábitat, así como la caza por quienes la consideran un riesgo para el ganado doméstico y los niños, sin tener en cuenta el papel que juega en el control de las plagas de roedores
Las crías grandes de tapir son, quizás, los animales de mayor tamaño que la anaconda puede matar y devorar. Uno solo le proporciona comida para tres meses.
Ni la agilidad de los monos puede salvarlos de la sucurí o anaconda, si llega a atraparlos. Es un cotejo desproporcionado de fuezas, siempre favorable al reptil.
Ataque a una manada de venados
En el horizonte, las copas de los árboles se funden en una masa compacta, que se va oscureciendo a medida que el sol declina. Ante de retirarse a dormir, una manada de venados se aproxima nerviosamente a la orilla del río, ancho y manso.
Alededor no se percibe peligro alguno. Los de adelante comienzan a beber, sin advertir el enorme cuerpo de la anaconda, sumergida a pocos metros de distancia, con solo las narices y los ojos fuera del agua.
La gran serpiente se aproxima con una ondulación tan lenta, suave y silenciosa, que ninguno de los venados la avista.
El desplazamiento del cuerpo origina una suave oleada, que la víctima no llega a advertir; y antes que llegue la ola, descarga el cuerpo musculoso, en una embestida feroz y fulminante que pone en fuga a los venados.
Pero uno queda fatalmente aprisionado entre los agudos dientes que le perforan la piel y los músculos del pescuezo. La víctima se debate y aparentemente logra empujar al reptil hacia la orilla. Pero solo se trata de una maniobra de la serpiente, que se encoge y enlaza una y dos veces a la víctima.
Los huesos se quiebran con el abrazo mortífero; los órganos internos se destrozan y hasta los cuernos se rompen. Minutos después, el cuerpo del venado está transformado enn un cilindro sangriento que la anaconda engulle entero.
Que buen blog! muchas felicidades
ResponderEliminarMuchas gracias MartinMV. Slds.
ResponderEliminarCoincido con el primer comentario, excelente blog.
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