26 de octubre de 2011

Cérvidos - Corzo (Capreolus capreolus)

CLASE: Mamíferos
ORDEN: Artiodáctilos
FAMILIA: Cérvidos
GENERO Y ESPECIE: Capreolus capreolus

Es el cérvido más pequeño de Eurasia. Su área de distribución se extiende desde Europa occidental, donde sólo está ausente en Irlanda, Grecia y el norte de Escandinavia, hasta el norte de China.

En estado adulto, el corzo tiene una altura en la cruz de sólo 76 centímetros como máximo y un peso de entre 15 y 35 kilos. Los machos presentan cuernas pequeñas de tres puntas que mudan cada año a principios del invierno y se han terminado de desarrollar ya cuando comienza la primavera.


El pelaje es pardo-rojizo en ambos sexos durante el verano, volviéndose grisáceo en invierno, al tiempo que aparece una mancha blanca sobre la grupa. El vientre es de color más claro que la espalda. Los animales de origen meridional son más oscuros, teniendo un tono castaño achocolatado. Las crías, por el contrario, presentan un manto rojizo salpicado de numerosas motas blancas para aumentar su camuflaje con el entorno.

Son característicos los gritos que emiten ambos sexos, similares a un ladrido o ladridos.

Su dieta alimentaria consiste en el consumo de hojas de arbustos y árboles bajos, así como bayas y brotes tiernos. Es un animal mas ramoneador que de pastos, aun cuando se adapta facilmente a esta dieta donde falta la masa arbustiva.


El corzo es un animal tremendamente adaptativo, pudiendo vivir tanto en bosques cerrados, como en amplias praderas. Es una especie solitaria, a diferencia de la mayoría de cervidos europeos, que son gregarios, con gran capacidad de adaptación, facilitada por la falta actual de predadores naturales, excepto el hombre. Habita gran variedad de latitudes y altitudes, tipos de hábitats por los que se distribuye y especies vegetales que consume.

No rechaza habitar cerca de poblaciones donde se le puede ver en cementerios, parques suburbanos, carreteras y vertederos. Acudiendo a comer y beber a establos, cultivos, abrevaderos, acequias, casas deshabitadas y otras construcciones humanas. Es por eso la especie más conocida de su área.


Gracias a su enorme plasticidad puede ocupar todo tipo de medios forestales: caducifolios, mixtos y de coníferas, pero también se ha adaptado a bosques en etapas de degradación con condiciones más duras, como son matorrales o zonas adehesadas.


Prefiere paisajes con un mosaico de bosques y tierras de cultivo, con estrato arbóreo, arbustivo y el herbáceo, y por ello está bien adaptado a las zonas agrícolas modernas. En función de los recursos se dá una mayor o menor densidad de población.


De este modo a mayor abundancia, mayor densidad y viceversa. A pesar de esto, la densidad está condicionada por su expansión desde zonas donde ya está presente, ocupando las zonas más propicias y retirandose a zonas más inaccesibles y menos propicias por la presión cinegética.


LEEMOS SOBRE EL CORZO

El olfato agudo del animal percibe la presencia del hombre, a cuatrocientos metros de distancia. Hay tiempo para escapar, a pesar del cansancio, pues el corzo pasó toda la noche buscando hierbas, brotes y bellotas de roble.


Fue la avena verde de la granja la que lo atrajo tan cerca de la zona poblada. Ahora tiene que huir del hombre, que al amanecer salió al campo, a recorrer sus sementeras. Con su andar ligero, el corzo emprende el regreso a la montaña. La primavera apenas ha comenzado, pero algunos arroyos ya corren libres de hielo.


El corzo se zambulle en ell primero que encuentra. Nadar es uno de sus recursos comunes de fuga. Sale en la otra orilla y empieza a subir por la suave ladera de la montaña. Unos kilómetros más lejos, su temor desaparece.


Ahora solo tiene que encontrar un refugio seguro, donde pueda dormir todo el día, sin peligro, a pesar de que la mayoría de sus enemigos está formada por carnívoros nocturnos. Tiene un año de edad. Dentro de algunos meses, hacia el verano, reunirá, por primera vez, un grupo de corzas, y ya no vivirá más solitario.



Después de una gestación de cuarente semanas, nacen hasta tres corcinos, según la edad de la corza. En los primeros meses, la gravidez tiene una evolucilón lenta. Dos horas después de nacer, ya caminan.


Una de las señales que orientan al corcino para seguir a su madre es la mancha blanca que ésta tiene en la coila. Cierta vez, un corcino extraviado salió a una carretera y, al no tener otra guía, terminó por seguir el guardabarros blanco de una bicicleta.




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