21 de febrero de 2012

Mirmecobio (Myrmecobius fasciatus)


CLASE: Mamíferos
ORDEN: Marsupiales
FAMILIA: Dasiúridos
GENERO Y ESPECIE: Myermecobius fasciatus

También llamado numbat u hormiguero marsupial.

Se encuentra sólo en algunas zonas remotas del suroeste australiano. Su disminución se ha debido a la destrucción de su hábitat y la depredación de animales introducidos por el hombre en Australia.



La principal característica que distingue a los marsupiales de los demás mamíferos es que las crías nacen cuando todavía no están desarrolladas.

En la mayoría de marsupiales, la diminuta cría, casi en estado de embrión, se arrastra hasta el marsupio localizado en el vientre de la madre, donde se aferra a un pezón y continúa su crecimiento. Sin embargo, el numbat difiere de los demás marsupiales en que no posee marsupio. En su lugar, las crías se aferran al pezón que se encuentra debajo del largo pelo de la madre, donde permanecen durante cuatro meses.



Este animal es de color marrón rojizo encima de la cabeza y la parte superior de la espalda, pero en la mitad inferior de la espalda tienen rayas blancas y negras. En el vientre el pelo es más pálido.

La larga cola es frondosa y las cerdas son grises y blancas. Una raya negra con un borde blanco va desde la base de la oreja, rodea el ojo y recorre cada lado del largo y puntiagudo hocico. Las extremidades son cortas y gruesas, con fuertes uñas en sus dedos.



Leemos sobre el MIRMECOBIO

Bastante más lento que la mayoría de los mamíferos de su tamaño, al deambular se mueve con saltos cortos y muy espaciados. De tanto en tanto se yergue sobre sus patas traseras, escucha y mira en acecho de los muchos peligros que siempre lo amenazan.

Su olfato sensible le permite percibir la presencia de termes en lo alto de un árbol seco. Siempre lento, pero seguro, clava las uñas en el tronco y comienza a subir. Llega a una rampa carcomida y araña, hasta que aparecen las termitas. Lame las primeras que ve y continua así, arañando y comiendo, siempre lamiendo con la lengua muy fina.



Comparte las características de los mamíferos comedores de hormigas: fuertes garras, un largo hocico puntiagudo, una larga lengua pegajosa y cilíndrica para buscar entre las grietas, y un paladar óseo contra el que aplasta las termitas antes de tragarlas.

Aunque está provisto de 52 a 54 dientes, cantidad que supera hasta los de la zarigúeya o comadreja, el animal no mastica nada, y raramente come otra cosa que no sean termes.



A causa de su lentitud y timidez, el mirmecobio es una especie en peligro de extinción. Cualquier carnívoro lo alcanza y vence, dado que su pequeñez lo hace aún más vulnerable.

La hembra del mirmecobio es un caso excepcional entre los marsupiales, porque no guarda las crías en su bolsa atrofiada. Mientras estas no están desarrolladas y aprenden a andar las amamanta en el cubil.



Es un animal solitario, sin embargo, el macho y la hembra se juntan para aparearse entre los meses veraniegos de diciembre a abril. De enero a mayo nacen de dos a cuatro crías. A los pocos minutos de nacer se arrastran hasta el vientre de la madre, donde permanecen cuatro meses agarrados a los pezones, protegidos entre el abrigado pelo y recibiendo así calor y alimento.

A medida que crecen comienzan a bajar al suelo. A los cuatro meses de edad, la madre los suele dejar en una madriguera durante el día, regresando de noche para amamantarlos. A los seis meses de edad comienzan a comer termitas. Los hijos permanecen cerca de la madre hasta que ésta tiene nuevamente crías en diciembre.



Entre los numerosos enemigos naturales del mirmecobio se cuenta el dingo. Para huir del feroz carnívoro, su único refugio está en lo alto de los árboles.

Tímidos e inofensivos, los mermecobios no luchan ni entre ellos. En los pequeños grupos la convivencia es amistosa, a veces matizada con simulacros de pelea.



Es el único marsupial australiano totalmente activo durante el día. Aunque a menudo toma el sol, la mayoría de sus horas activas las pasa buscando termitas entre árboles caídos, troncos en putrefacción y removiendo el subsuelo, escarbando con las uñas, husmeando con su largo hocico, levantando hojarasca y dando la vuelta a pequeños trozos de madera.


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