21 de septiembre de 2010
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El Buitre bloggero
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1 de agosto de 2010
Aves - Avestruz
Aunque la Real Academia Española recomienda el género masculino (el avestruz negro) hay quienes usan el género femenino (la avestruz negra) lo que según algunos expertos no es criticable.
Cuando nacen los polluelos miden entre 25 y 30 cm de altura, pesando unos 900 g. Durante el primer año de vida los polluelos crecen unos 25 cm al mes.
Sus alas pequeñas no les permiten volar, aun así, les ayudan a impulsarse, equilibrarse al correr y como mecanismo de defensa, agitándolas para atacar a posibles depredadores.
Posee una pequeña cabeza en relación al cuerpo, grandes ojos que miden cinco centímetros de diámetro y le proporcionan una vista excelente, pico plano y de punta roma, largo cuello desprovisto de plumas al igual que sus largas patas, que son potentes y musculadas, perfectamente adaptadas para correr, llegando a alcanzar más de 90 km/h sostenidos por unos 30 minutos.
Si se ven acorralados atacan con fuertes patadas usando sus garras como armas. Mientras que la mayoría de aves tienen cuatro dedos en cada pata, el avestruz presenta tan solo dos.

El avestruz doméstico, cuello negro o african black (Struthio camelus var. domesticus), es un mestizaje, desarrollado a partir de las subespecies Struthio camelus camelus y Struthio camelus australis, por lo tanto, no existe en la naturaleza.
De tamaño menor a las otras subespecies de avestruces, posee un comportamiento menos agresivo, lo que permite un manejo más fácil en los criaderos y la industria del avestruz.
La domesticación y ganadería de avestruces puede ir dirigida hacia la producción de carne, piel, plumas y huevos. En base a estas producciones, el avestruz es explotado a lo largo de todo el mundo, siendo un animal que se adapta bien a los diferentes climas. Algunos países productores son: Sudáfrica, Namibia, Israel, Australia, Estados Unidos, Canadá, Francia, España, Gran Bretaña, Holanda, Bélgica, Alemania, Italia, Ucrania.

Hábitat natural
Su distribución geográfica se da en zonas áridas y semiáridas, por lo que su hábitat puede comprender lugares con oscilaciones térmicas de entre los -15 y 40 °C (día y noche), lugares con gran amplitud térmica, y una pluviometría de 200 mm. Ocupa espacios abiertos, donde su altura le permite avistar a los posibles predadores que se acerquen, viviendo tanto en desiertos como en sabanas, o en llanuras de escasa vegetación donde aparezca algún que otro árbol, arbustos e hierba de la que alimentarse. Estos hábitats se encuentran preferentemente en África y Arabia.
Alrededor del 90% de los avestruces silvestres habitan en África bajo la línea del Ecuador.
La subespecie nominal, la única superviviente al norte del Ecuador, se encuentra en serio peligro de extinción. Entre los intentos de conservación de esta especie destaca su introducción en el Parque Nacional de Souss-Massa, en Marruecos, con el objeto de aclimatarlo a condiciones naturales y proceder, posteriormente, a su liberación en su antigua área de repartición cuando se pueda garantizar su supervivencia.
Es un animal herbívoro con capacidad para digerir la fibra, aunque no es un herbívoro estricto; de hecho, algunos autores lo consideran omnívoro, pudiendo ingerir pequeños animales y artrópodos. Incluso se ha observado consumiendo restos de carroña abandonados por animales carnívoros.
A diferencia de la mayoría de las aves, los avestruces no poseen buche donde almacenar el alimento; por el contrario, su proventrículo y molleja son más largas que las de las demás aves y en proporción a sus cuerpos, por lo que es ahí donde almacenará y fermentará todo lo que ingiere. Además, la molleja de las avestruces posee una pared gruesa de capa muscular muy desarrollada.
Durante la época de celo, a mediados o finales de mayo, tanto el cuello como el pico del macho toman una coloración rojiza (por acción de la testosterona), y es entonces cuando se vuelven altamente territoriales defiendo, de hecho, un área o territorio.
Para llegar a la cópula, los machos realizan un cuidado cortejo nupcial. Echándose en el suelo, en la tierra, se posicionan sentados sobre sus patas con las alas abiertas, levantando y recogiendo uno tras otro ala sincronizádamente, al tiempo que realizan un movimiento oscilante de cabeza y cuello, así como suben y bajan la cola.
El macho es el encargado de construir el nido, que consiste en una depresión cavada en la tierra. A partir de ese momento la hembra elegida, llamada hembra principal, será la primera en colocar sus huevos, ya que el macho vuelve a repetir el cortejo nupcial con otras hembras, apareándose por lo general con tres en total, pudiendo llegar hasta a las cinco.
Huevo de gallina y de avestruz
Un huevo de avestruz pesa entre 1 a 2 kg (equivale a unos 24 huevos de gallina). Son de color blanco o amarillentos (posiblemente, para evitar que se recalienten en el sol de la sabana).
Sus huevos son los más grandes de todas las aves; llegan a medir 20 cm de largo.
Eclosión y crianza
Cuando los huevos se abren, el macho se hace cargo de las crías (con ayuda de la hembra), y puede reunir crías de varias familias juntas, dado que al encontrarse dos familias de avestruces diferentes, los padres de ambos se disputan el derecho a cuidar los polluelos. Pueden llegar a verse parejas con más de cien crías y de todos los tamaños, de hecho está documentado un grupo de casi 400 jóvenes.
El avestruz adulto carece de siringe, siendo por tanto un ave silente, es decir, que por lo general no emite sonidos. No obstante, ocasionalmente manifiestan una especie de siseo en tono fuerte. Por otra parte, las crías del avestruz en estado de alteración lanzan un grito estridente, aunque más característicos son los silbidos y gorgoteos a modo de llamada que emiten hasta alcanzar el mes de nacer.
Además, el macho adulto emite un sonido de bravura cuando quiere establecer su territorio y avisar a otros ejemplares competidores, así como para controlar a sus propias crías. La fonación emitida para ello consiste en un leve sonido ronco semejante a un bramido o descrito en ocasiones como un gruñido nasal que puede recordar al de un león. También pueden usarlo durante el cortejo nupcial, donde se antoja más profundo.
Las hembras por el contrario no presentan fonación alguna, dado que el único sonido que emiten a lo largo de su vida adulta, es algo similar a un cloqueo cuando son cortejadas por el macho.
20 de julio de 2010
Pinturas
www. anagjurinovich.blogspot.com

6 de junio de 2010
Serpientes - Anaconda
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CLASE: Reptiles
ORDEN: Escamados
FAMILIA: Boidos
GENERO Y ESPECIE: Eunectes murinus
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La anaconda es de color verde oscuro, con marcas ovales de color negro y ocre en los flancos. El vientre es más claro, y en la parte final de la cola muestra diseños en amarillo y negro que son únicos para cada ejemplar. El hocico está cubierto por seis escamas engrosadas, tres a cada lado, que constituyen el rasgo más distintivo que separa a las especies de Eunectes de las estrechamente relacionadas Boa.

La cabeza es estrecha, y no presenta un cuello marcado. Las narinas y los ojos están en una posición elevada, facilitando así la respiración y la percepción durante los largos períodos que pasa sumergida. Los receptores olfativos se encuentran en la lengua, como en todas las serpientes. El cuerpo es ancho y musculoso, adaptado a la forma de presa de la serpiente, que mata a sus presas por constricción.

En la región caudal, la zona de la cloaca es la única no cubierta por escamas de todo el cuerpo. En las inmediaciones de ésta la anaconda presenta espolones, los restos de las extremidades locomotoras atrofiadas.

Es quizá la mayor serpiente conocida; las hembras, normalmente más grandes que los machos, alcanzan un promedio de 4 a 8 metros de largo y un peso de 45 a 180 kg, mientras que los machos alcanzan una longitud de 2,5 metros.

Este parece ser el tamaño máximo para una anaconda y el límite de los especímenes más grandes; sin embargo, se ha mencionado la existencia de hembras de hasta 12 metros de longitud y 250 kg de peso, con un diámetro de hasta 40 cm, y hasta tamaños superiores, pero son reportes vagos y deben tratarse con precaución, si bien algunos herpetólogos confían en que puede ser la única serpiente que supere los 10 m.

El espécimen más largo y pesado registrado fue una hembra con una longitud total de 521 cm y un peso de 97,5 kg. Para Jesús Rivas, las anacondas son las serpientes más largas y grandes del planeta.

Hábitat y comportamiento
La anaconda se siente a gusto tanto en los árboles como en el agua; prefiere los estanques de aguas quietas a las corrientes rápidas, por lo que es raro encontrarla a gran altitud.
Pasa la mayor parte del tiempo sumergida, acechando a su presa; la posición superior de las narinas le permite sumergir casi todo el cuerpo a modo de cripsis, y su poderosa musculatura la hace una rápida nadadora.

Caza por lo general animales que se acercan a beber, sujetándolos con sus mandíbulas y aferrándose a ellos para enroscarse alrededor de su cuerpo y asfixiarlos. El ataque es extremadamente rápido, en algo más de 10 segundos ya han sometido a su presa. Si encuentra la oportunidad de cazar en tierra, normalmente se descuelga desde una rama para sorprender a su presa.

La anaconda no tritura sus presas, su mandíbula se desencaja, permitiéndole tragar la presa entera y utiliza su fila de dientes interior (tienen cuatro filas de dientes, una ordinaria y otra en el paladar) para ir avanzando sobre su alimento e irlo introduciendo en su garganta. La digestión de una presa grande puede demorar varias semanas, durante las cuales la serpiente se encuentra casi inactiva y dormita en una rama o junto al agua.
Últimamente, se ha visto anacondas caníbales, devorando a los de su propia especie. La mayoría de los especímenes vistos son hembras devorando machos pequeños, posiblemente, para supervivencia durante la temporada seca, donde es difícil capturar una sustanciosa presa.
Durante la cópula propiamente dicha, los espolones del macho estimulan la región caudal de la hembra; ambas cloacas entran en contacto, y las colas se enroscan mientras se produce la inseminación.
La anaconda es ovovivípara; la gestación, que dura unos seis meses, se produce en el interior del cuerpo de la hembra. Al cabo de ésta, la hembra pare.



4 de junio de 2010
Mantis
Su aspecto de malvado alienígena y sus impresionantes brazos armados han contribuido a alimentar leyendas y supersticiones, pero ¿cómo son las mantis en realidad? Atrévase a desafiar a la mala de la película...

Giró la cabeza lentamente hasta escudriñar 360 grados a su alrededor. Estaba en una inmejorable posición. Lentamente, con movimientos que imitaban a los de una hoja movida por el viento, se acercó a la flor. Los pétalos rojos servirían de cebo. Era cuestión de esperar.
A poca distancia de allí un pájaro, un colibrí de brillantes colores, libaba las flores de las heliconias que caían como cascadas rojas sobre el verde de la selva. Sus rapidísimos movimientos y su capacidad para permanecer estático en el aire y volar hacia delante y hacia atrás le permitían acceder a su alimento sin tener que posarse en las ramas; una manera de evitar predadores. Gracias a su agudo sentido de la vista sólo se acercaba a las flores seguras. Y aquella que tenía ahora delante lo era. O eso creía.

La mantis percibió las vibraciones del aleteo del colibrí antes de verlo. Convertida en una hoja más de la heliconia, preparó sus patas delanteras. Ahora, la hoja parecía armada de espinas. El colibrí quedó suspendido frente a la flor para libar el néctar, acercó su cabeza a los pétalos y proyectó su lengua larga y fina hasta que notó el sabor dulce de la planta.

Las mantis son un grupo de insectos que cuenta con más de 2.200 especies distribuidas por todo el mundo en la franja tropical y las áreas templadas. Aunque en Europa viven alrededor de doce especies, por lo general sólo conocemos a la mantis religiosa.

El cuerpo de todas las mantis cuenta con un arsenal enfocado a la caza. Tienen un exoesqueleto de quitina que las protege de las agresiones externas y que, según la especie, se ha modificado hasta convertirse en un sofisticado disfraz que las oculta de enemigos y presas. Sus patas delanteras se han convertido en dos poderosas armas de ataque con las que atrapan a los animales de los que se alimentan.

Cuando llega el momento de aparearse, los machos de mantis –mucho más pequeños que las hembras– se juegan literalmente la vida al acercarse a su pretendida. En ocasiones, la hembra deja que el macho concluya sus ejercicios amorosos para después atraparlo y devorarlo; una estrategia evolutiva que puede parecer incoherente, pero que tiene su explicación. La mayor parte de los machos muere de agotamiento tras aparearse.

Gran parte del éxito de todas las mantis como predadores se debe a su capacidad para mimetizarse con el medio que las rodea. Esta adaptación ha llegado hasta límites asombrosos. Los colores y las formas del cuerpo para parecerse a las plantas donde se esconden se complementan con la adopción de movimientos miméticos que imitan al de las hojas y ramas mecidas por el viento. Pero aún han llegado más lejos.
Las mantis surgieron en el Periodo Cretácico, hace unos 145 millones de años, desde una especie de cucaracha prehistórica que presentaba las patas delanteras similares a las de las mantis actuales. Gracias a que la mayoría de las mantis que habitan en el mundo vive en el interior de remotas selvas o herbazales poco poblados, han permanecido a salvo de nuestra especie... o casi.
2 de junio de 2010
Felinos - Jaguar

Se encuentra emparentado y se asemeja mucho en apariencia física al leopardo , pero generalmente es de mayor tamaño, cuenta con una constitución más robusta y su comportamiento y hábitat son más acordes a los del tigre. Si bien prefiere las selvas densas y húmedas, puede acomodarse a una gran variedad de terrenos boscosos o abiertos. Está estrechamente asociado a la presencia de agua y destaca, junto con el tigre, por ser un felino al que le gusta nadar.

Es fundamentalmente solitario y un cazador que tiende emboscadas y oportunista a la hora de elegir las presas. También es un superdepredador y una especie clave que desempeña un importante papel en la estabilización de los ecosistemas en los que habita, regulando las poblaciones de las especies que depreda. El jaguar tiene una mordedura excepcionalmente potente, incluso en comparación con otros grandes felinos, lo que le permite perforar los caparazones de reptiles acorazados como las tortugas y utilizar un método poco habitual para matar: ataca directamente la cabeza de la presa entre las orejas para aplicar un mordisco fatal que atraviesa el cráneo con sus colmillos alcanzando al cerebro.

El jaguar está calificado en la Lista Roja de la UICN como «especie casi amenazada» y su número está en declive. Entre los factores que lo amenazan se incluyen la pérdida y la fragmentación de su hábitat. A pesar de que el comercio internacional de jaguares o sus partes está prohibido, este felino muere regularmente a mano de los humanos, especialmente en conflictos con rancheros y granjeros. Aunque reducida, su distribución geográfica continúa siendo amplia. A lo largo de la historia, esta distribución le ha otorgado un lugar prominente en la mitología de numerosas culturas indígenas americanas, como los mayas y los aztecas.

En sus zonas nativas recibe diferentes denominaciones en español como otorongo, jaguar, yaguareté, jaguarete, yaguar, tigre o tigre americano. Los mexicas lo llamaban en náhuatl ocelotl, aunque también utilizaban este nombre para el ocelote. En maya se le llama balam,[11] en mapuche se le dice nahuel,[12] y en quechua uturuncu, uturunku o unqa. En gran parte de Hispanoamérica desde la llegada de los españoles es común llamar a este animal «tigre» aunque su parecido con los auténticos tigres sea remoto; en Brasil y en zonas próximas a la frontera brasileña se le denomina onça-pintada y es un animal considerado símbolo de la fauna de este país.

Jaguar, yaguar y yaguareté provienen del guaraní yaguar, jaguar, y eté, verdadero, y probablemente llegó al español por conducto del portugués o del francés. El origen del nombre se ha supuesto como procedente de yaguá-eté, que significaría «parece perro»; en efecto, antes de 1492 los guaraníes utilizaban la palabra yaguá para referirse al yaguar, pero ante la presencia de los feroces perros de combate traídos por los europeos el término guaraní yaguá pasó a significar perro en tanto que fiera o animal feroz por antonomasia.

Su peso oscila normalmente entre 56 y 96 kilogramos, aunque hay registros de machos más grandes, de hasta 158 kg (aproximadamente como una tigresa o una leona y por el contrario los más pequeños pueden tener un peso tan bajo como 36 kg. Las hembras suelen ser un 10-20% más pequeñas que los machos. La longitud de este félido varía entre 162 y 183 cm y la cola puede añadir unos 75 cm más. Su altura hasta los hombros es de unos 67-76 cm. Su cabeza es voluminosa y con una mandíbula prominente; el color de sus ojos varía de un tono amarillo oro a un amarillo verdoso y sus orejas son relativamente pequeñas y redondeadas.

La estructura corta y robusta de sus miembros hace que sea muy hábil a la hora de escalar, arrastrarse y nadar. La cabeza es robusta y la mandíbula extremamente potente; se ha sugerido que el jaguar tiene el mordisco más potente de todos los félidos y el segundo más potente de todos los mamíferos; esta potencia es una adaptación que le permite incluso perforar caparazones de tortuga. Un estudio comparativo de la potencia de mordisco ajustado según la medida corporal lo situó como el primero de los félidos, junto con la pantera nebulosa, y por delante del león y el tigre.


El melanismo es el resultado de un alelo dominante y un fenómeno relativamente habitual en los jaguares.Un jaguar puede arrastrar 8 metros un toro de 360 kilogramos entre sus mandíbulas y pulverizar los huesos más duros, arrastrar a una tortuga de mar de 34 kg a lo largo de más de 90 m en la profundidad de un bosque. Puede cazar animales salvajes que pesan hasta 300 kg en el interior de una selva densa y su físico corto y robusto es una adaptación a sus presas y ambiente.

La base de su pelaje suele ser de un color entre amarillo pálido y castaño rojizo. La piel está cubierta de unas manchas en forma de rosa para camuflarse en su hábitat selvático. Las manchas pueden variar en la piel de un mismo animal y entre diferentes jaguares: las rosetas pueden incluir una o más manchas y la forma de las manchas varía. Las de la cabeza y el cuello son generalmente sólidas, igual que las de la cola, donde se pueden unir para formar una banda. La región ventral, el cuello y la superficie exterior de las patas y los flancos inferiores son blancos.



Como los demás miembros del género Panthera, y a diferencia del resto de félidos, el jaguar es capaz de rugir, gracias a su alargada y especialmente adaptada laringe y su unión al hueso hioides. El macho ruge más fuerte, y lo hace habitualmente para advertir o disuadir a posibles competidores por el territorio y las hembras; en estado salvaje se han observado intensas competencias de rugidos entre individuos.
A menudo se le describe como un animal nocturno, pero más específicamente es crepuscular (su mayor actividad se desarrolla al amanecer y a la puesta del sol). Ambos sexos cazan, pero los machos se desplazan más que las hembras, en consonancia con su territorio más amplio.
Puede cazar de día si hay presas disponibles, y es un felino relativamente enérgico, puesto que pasa hasta un 50–60% de su tiempo activo. Su naturaleza evasiva y lo inaccesible de gran parte de su hábitat habitual hacen que sea un animal difícil de observar, y todavía más de estudiar.
Como todos los félidos el jaguar es un carnívoro obligado, por lo que se alimenta sólo de carne. Es un cazador solitario y oportunista y su dieta abarca más de 80 especies diferentes. Prefiere las presas grandes y caza ciervos, capibaras, tapires, pecaríes, perros, zorros y a veces incluso anacondas y caimanes.
Aunque utiliza la técnica de asestar un mordisco profundo en el cuello para provocar la asfixia en sus presas, típica del género Panthera, prefiere un método de matar único entre los félidos (especialmente con el capibara): muerde directamente los huesos temporales del cráneo entre las orejas de las presas con sus colmillos, perforándolos hasta alcanzar el cerebro.

El jaguar es un cazador más dado a preparar emboscadas que a la persecución. Se desplaza sigilosamente por caminos del bosque, escuchando y acechando la presa antes de lanzarse sobre ella o prepararle una emboscada.
Después de matar la presa, arrastra el cadáver entre la espesura o a un lugar escondido. Primero come el cuello y el pecho, en lugar de la parte central, sigue con el corazón y los pulmones y después las espalderas.
El jaguar adulto es un superpredador, por lo tanto se encuentra en lo más alto de la cadena trófica y no tiene predadores en estado salvaje. También está considerado como especie clave, teniendo en cuenta que estos félidos mantienen la integridad estructural de los sistemas forestales mediante el control de los niveles de población de sus presas, como mamíferos herbívoros y granívoros.
También tiene efecto sobre otros predadores. El jaguar y el puma, el segundo mayor félido de América, a menudo son simpátricos (especies relacionadas que comparten territorios que se superponen) y a menudo se los ha estudiado conjuntamente. Allí donde es simpátrico con el jaguar, el puma es más pequeño de lo normal y más pequeño que los jaguares locales.
(El texto es de Wikipedia)
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