23 de febrero de 2011

Llama

Nombre científico: Lama glaba

Mamífero artiodáctilo doméstico de la familia Camelidae. Fue domesticado por el imperio Inca, por selección artificial, partiendo de ejemplares salvajes de guanaco, del cual, por lo tanto, deriva la llama.

Según recientes estudios de ADN, esto ocurrió, en principio de manera independiente en tiempo y espacio, en sectores del sur del Perú, norte de Chile, y noroeste de Argentina; posiblemente también en el oeste de Bolivia. Hoy en día, es un animal abundante en la Puna o Altiplano de los Andes de Argentina, Bolivia, Chile y Perú.


Después de once meses de gestación nace la única cría, que es amamantada durante cinco meses, aunque ya paste a las primeras semanas.

A 5.000 metros de altura, el aire enrarecido ofrece una muy pobre provisión de oxígeno. Y, al disminuir el oxígeno, disminuye también la potencia muscular de todos los animales, incluyendo al hombre.

Pero en ese medio inhóspito, una caravana de pequeños camélidos marcha casi incansablemente, llevando una carga igual a la mitad del peso de su cuerpo. El animal soporta bien la sed, repone las energías con altos ocasionales para pastar en hierbas duras, y continua docilmente su marcha por la región montañosa de las altiplanicies andinas.


Pero hasta para una llama existe un límite de energía. Cuando se alcanza ese límite, el animal se detiene, se empaca, relincha, escupe, patea y rehúsa continuar. Nada la hace moverse, a menos que se le alivie la carga o le permitan descansar algún tiempo.

Uno de los factores de la resistencia excepcional de la llama radica en la concentración de la sangre. El oxígeno, consumido por los músculos para producir energía, es llevado de los pulmones a las células musculares por los glóbulos rojos de la sangre, los eritrocitos.

En las grandes alturas, donde la concentración de oxígeno es muy pobre, existen dos recursos de compensación: o el animal respira más veces por minuto, o su sangre debe presentar mayor cantidad relativa de eritrocitos.

Cuando una persona sube de una ciudad de llanura a otra de montaña, su organismo normalmente comienza a producir más eritrocitos. Aumenta de cinco millones a unos seis millones por milímetro cúbico. Los habitantes de los Andes tienen una concentración de unos ocho millones de eritrocitos por milímetro cúbico.

La sangre de la llama es mucho más roja. Cuanta con veinte millones de glóbulos rojos por milímetro cúbico.
Adaptada a los esfuerzos a grandes alturas, la llama es el medio de transporte más difundido y más antiguo de los Andes. A pesar de presentar muchas limitaciones -su lana es inferior; la leche escasa y solo alcanza para alimentar a las crías el animal se adapta tanto a la domesticidad, que ya no existen llamas en estado salvaje, en la cordillera andina.
Para transporte de carga solo se emplean los machos. Pueden recorrer 20 kilómetros por día, durante dos semanas, con una carga de unos 50 kilos.
Antes de la presencia española, las llamas constituyeron los únicos animales ungulados domésticos del Imperio inca. Fueron apreciados no solamente como bestias de carga, sino también por su carne y las lanas. De hecho, fueron utilizadas en lugar del caballo, del buey, de la cabra, y de las ovejas originarios del Viejo Mundo.

Eran usadas por todos los pueblos andinos desde el sur de Colombia a la Araucanía en el sur de Chile. Su población antes de la conquista se estima en 30 a 50 millones de animales; eran el principal ganado de estas tribus y naciones. Actualmente su población se estima entre uno y tes millones y medio de cabezas.
Los zoologos consideran que las llamas y alpacas son desciendientes directos del guanaco, el más primitivo de los Camélidos andinos. Menos útil para el hombre, el guanaco continúa viviendo en libertad, en grupos cada vez más reducidos.


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