25 de febrero de 2011

Peces - Piraña

CLASE: Osteíctios (peces óseos)
ORDEN: Cipriniformes
FAMILIA: Carácidos
GENERO Y ESPECIE: Serrasalmus nattereri


Se denominan habitualmente pirañas a peces carnívoros u omnívoros, de agua dulce que viven en los ríos de América del Sur. La denominación incluye algunas o todas las especies de varios géneros dentro de la subfamilia de los Serrasalminae, subfamilia que también incluye a peces herbívoros.
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Miden, normalmente, entre 15 y 25 cm de longitud, aunque se han encontrado ejemplares que superan los 34 cm. Son popularmente conocidas por sus afilados dientes y por su insaciable y agresivo apetito por la carne.

Su presencia es especialmente destacada en la Amazonia, en el Orinoco, las Guayanas y Paraguay. En Venezuela también se les suele llamar caribes, debido a su voracidad (tomando en cuenta que esta tribu tenía costumbres antropofágicas).

"Piraña" es una palabra que proviene del guaraní, donde pira significa "pez" y aña significa "diablo", o sea "pez diablo".
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El yacaré arrastra al carpincho hacia el fondo del río, mientras éste se debate con movimientos frenéticos pero inútiles. Parece un combate fácil para el gran reptil, pero veloces pececillos de menos de un palmo de largo convergen ya hacia el lugar, y la situación sufre un cambio brusco y violento.
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Millares de pirañas hambrientas, aparentemente enloquecidas por el olor de la sangre, cierran los afilados y puntiagudos dientes en los cuerpos del carpincho y del yacaré.
Para el carpincho no existe salvación alguna. Cientos y cientos de mandíbulas laceran su carne por todos lados. El yacaré solo se preocupa ahora de escapar; sube a la superficie y desparrama agua en todas las direcciones.
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Sobre el agua, una burbujeante mancha roja comienza a extenderse, mientras el yacaré lucha, con su panza ya rasgada. Pero ni él salva su duro pellejo, ni éste lo salva a él. Las pirañas van penetrando por debajo destrozándole las entrañas; devorando sus vísceras; descarnándole las extremidades.
La corriente del río arrastra los restos del yacaré que, cubiertos por su coraza, las pirañas no lograron devorar. Estas, sin embargo, insaciables, continuan persiguiendo los despojos.
Su voracidad por la sangre hace la piraña el más feroz de los peces. Basta que se derrame una gota para que la olfatee a la distancia. Ni las propias compañeras del cardumen escapan, si resultan heridas o si escasean presas.
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Para cruzar con un rebaño un rió infestado de pirañas, los vaqueros sacrifican un animal viejo o enfermo. Y mientras las pirañas lo devoran, el resto del rebaño cruza tranquilamente el río más arriba.
Al contrario de lo que el cine ha divulgado, las pirañas no suelen atacar a los humanos, correspondiendo los escasos ataques registrados a los especímenes del género Pygocentrus (panza roja). De hecho, los nativos se bañan tranquilamente en las aguas frecuentadas por estos peces, siendo la piraña un alimento cotidiano entre las poblaciones locales.

Las últimas investigaciones sobre especímenes de Serrasalmus brandtii y Pygocentrus nattereri se han realizado en el Lago Viana, el cual se forma durante la época de lluvias, cuando el río Pindare (afluente del río Mearim, estado de Maranhão, Brasil) se desborda. Los datos recogidos demuestran que estas especies de pirañas, en algunos momentos de su vida, comen vegetales, por lo que puede decirse que no son estrictamente carnívoras

Las pirañas negras alcanzan el tamaño máaximo entre todas las especies, con un largo de hasta 45 centímetros. En cardúmenes numerosos pueden devorar por completo, en contados minutos, un carpincho grande, o cualquier otro animal.
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De todas las especies de pirañas, las "pirambebas" son, quizá, las únicas que no muestran el apetito feroz de las restantes. Esta relativa inocuidad permite que sus cardúmenes sean atacados por Mustélidos como la nutria o lobito de río, ágil cazadora.

La piraña común -hay unas quince especies- deposita los huevos en masas que se adhieren a la vegación sumergida del río. Durante la incubación, que tarda un número variable de días, el macho permanece vigilando sin comer nada, pese a su voracidad.

Casi todos los ríos de la cuenca del Amazonas posee tramos donde las pirañas viven en grandes concentraciones. Entrar en esas aguas equivale a perder la vida o sufrir graves mutilaciones en pocos minutos, como les ha ocurrido a habitantes de la región.

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