27 de abril de 2011

Aves - Becacina (Scolopax rusticola)

CLASE: Aves - ORDEN: Charadriformes - FAMILIA: Escolopácidos - GENERO Y ESPECIE: Scolopax rusticola

Conocida también como chocha perdiz becada, sorda y gallinuela. Es un ave límicola, o sea, perteneciente al grupo de las que viven en las costas y riberas y se alimentan de los pequeños animales que encuentran entre el lodo o cieno.



Es de tamaño medio, oscilando su longitud entre los 30 y los 36 centímetros, y el peso entre los 300 y los 350 gramos. Presenta un pico fino y largo, con el que captura sus presas. Su plumaje, gracias al cual se camufla perfectamente en el medio, es de un tono pardo rojizo muy críptico, y está manchado de tonos pardos, ocres y negros.





Se extiende desde las Azores y Canarias hasta las costas del Pacífico, en climas templados y boreales de Europa y Asia. Inverna en la cuenca mediterránea, y otros países como Irán, Afganistán, Tailandia, Laos, Vietnam, Birmania, extremos norte y sur de la India, y el sureste de China.

Habita en los bosques, tanto de frondosas como de coníferas, donde pasa el día escondida. Cuando está en paso o de invernada baja hasta los encinares, dehesas, y zonas de monte bajo.





LEEMOS SOBRE LA BECACINA

Poco antes de ponerse el sol, empiezan a salir de sus nidos, casi siempre solas o en parejas, y muy rara vez en pequeñas bandadas. Vuelan a baja altura (5 ó 10 metros), dado que cerca del suelo es donde pueden capturar algunos insectos alados.

Su incesante búsqueda nocturna de comida las obliga a posarse muchas veces. Para alimentarse, la becacina necesita comer centenares de bichitos y algunas frutas, todos los días.

¿Por qué tanta comida? En parte, porque la misma actividad que despliega le consume muchas energías, que precisa reponer con una dieta voluminosa. Además, la becacina es un ave bastante grande; las mayores llegan a medir casi curenta y cinco centímetros de largo, tamaño similar al de una gallina (el tamaño de sus huevos también es comparable a los de gallina).






Claro que de ese largo, unos ocho centímetros corresponden al pico. En el otoño, la becacina llega a pesar casi medio kilogramo, un peso respetable para un ave voladora. Insectos no le faltan, ni tampoco protección para sus enemigos naturales. La posición de los ojos le permite mirar en casi todas direcciones, y su plumaje la mimetiza.

Si la mayoría no llega a los doce años de vida, se debe principalmente a la caza del hombre.

Casi invisible en el suelo, la hembra incuba los cuatro huevos. El nido es muy rudimentario, una simple depresión en el terreno, forrada de musgo, hierbas y hojas secas. Durante las tres semanas de la incubación, permanece día y noche en el nido, mientras el macho vigila y la alimenta. Jamás la reemplaza.





Los llamados del macho se oyen desde quinientos metros de distancia. Una hora antes de anochecer comienzan sus exhibiciones. Mientras la hembra, aparentemente, presta poca atención a lo que sucede, el macho vuela en giros y hace piruetas. Luego baja y se aproxima, con la cola y las alas extendidas; pero a ella no siempre le interesan esos galanteos.

Uno de los métodos de que se vale la becacina para obtener su alimento es hacer que las lombrices salgan a la superficie. Para ello picotea reiteradamente el terreno donde suelen encontrarse estas. Como lograr que la lombriz salga, nadie lo sabe. Algunos opinan que es por comportamiento reflejo, pues al percibir los golpes, la lombriz cree que son gotas.



La hembra defiende celosamente a sus crías. Una forma de protegerlas es transportarlas estrategicamente lejos del peligro. Lleva los polluelos de a uno, apretados entre sus patas y el cuerpo. Si es asediada y algún enemigo se aproxima, la madre finge estar herida, y corre para atraer lejos del nido al atacante. Esta treta generalmente le da buenos resultados.






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