Los ejemplares adultos pesan entre 35 y 65 kg, y el promedio de vida en estado salvaje es de 10/12 años.
Su habitat está principalmente en Africa oriental y sudoccidental. Es una especie en peligro de extinción y su población se estima en unos 12.000 ejemplares.
Para cazar (su presa preferida son las gacelas) el guepardo confía más en su velocidad que en el acecho o la sorpresa. Acostumbrado a que otros animales de mayor tamaño o fuerza, como hienas, leones o leopardos, le arrebaten sus víctimas, suele cazar en las horas centrales del día, cuando los otros felinos duermen placidamente a la sombra de los árboles.
El calor hace que su carrera sea más corta y debe administrar sus fuerzas ya que luego de la captura debe arrastrar a su presa hasta algún escondite entre la maleza.
Tiene también una vista privilegiada y ello le permite observar a sus presas desde la distancia, tumbado en un promontorio o subiéndose a un árbol. Desde allí, paciente, espera el momento adecuado para asegurar la captura.
Posee la desgracia de padecer estrés, así que en los zoológicos se aleja de los visitantes a las madres con crías y suelen mantenerse separados los machos y las hembras hasta el tiempo del celo.
Como un muelle que acumula energía para efectuar un único salto, el guepardo no se precipita durante la caza. Otros depredadores, como el león cuando está hambriento, desperdician energías corriendo sin mucho tino detrás de las presas. El guepardo, en cambio, espera. Y cuando finalmente empieza a correr, acierta en la mayoría de las ocasiones.
A diferencia del resto de los felinos, sus uñas no son retráctiles sino que le sirven para aumentar la tracción. Puede alcanzar velocidades de hasta 108 kms por hora, pero durante su formidable carrera no puede mantener esta velocidad por más de 500 metros .
Además de las gacelas, el instinto le hace lanzarse tras los impalas y también sobre crías de otros mamíferos, especialmente ñu y cebra.
Los guepardos son polígamos. Terminada la cría de su anterior camada, la hembra buscará uno o varios machos que la fecunden, y dará a luz una camada de entre dos y cuatro crías después de un periodo de gestación de tres meses.
Las crías suelen pesar unos 300 g, y atraen también la curiosidad de los safaris fotográficos, reuniendo en ocasiones hasta quince grupos de personas. Esta intrusión es molesta, pero constituye una alternativa económica a la caza furtiva o al tráfico de animales.
Tan pronto como la noche se lo permita, la madre trasladará a los pequeños de lugar, poniéndolos a salvo de curiosos. Menos considerados son los leones, los leopardos, las hienas y otros felinos. Si descubren la camada cuando la madre está cazando, no tendrán ningún problema en incorporar los pequeños a su dieta del día.
Los cachorros están en condiciones de seguir a la madre a partir de las cuatro semanas, pero antes de cumplir los tres meses algunos perecerán a causa del frio y del hambre.
La hembra se ocupa de los cachorros sin que el macho la ayude en ningún momento. Para enseñarles a cazar suele capturar vivas algunas crías de gacela que luego les ofrece para despertar su instinto de cazadores. A los diez meses, los pequeños ya pueden cazar algunas piezas pequeñas.
Al cumplir un año y medio, la camada pierde todo contacto con la madre, pero siguen juntos hasta el primer celo. Entonces las hembras se separan e inician su solitaria vida. Los machos, en cambio, permanecerán juntos para cazar en equipo animales de mayor tamaño, como gacelas y ñus.
Si alguno de los hermanos sufre una lesión que le impida correr, es inmediatamente expulsado del grupo. Los machos mantienen el aspecto más deportivo de la caza, la diversión, el buscar presas de cierta dificultad y mérito. Las hembras en cambio son más prácticas: cazando crías de gacela logran la mayor efectividad al menor riesgo.
La caza es para el guepardo tanto una diversión como una forma de alimentarse. En ocasiones caza sin necesidad, por puro deporte o para mantener la forma. Quizá simplemente, se lo pide el cuerpo. Es el cazador perfecto.
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