ORDEN: Lofiiformes
FAMILIA: Melanocétidos
GENERO Y ESPECIE: Melanocetus
Las larvas minúsculas, de pocos milímeteros de largo, ya presentan el comportamiento carnívoro de los adultos. Pero con una diferencia: ellas van a comer organismos casi microscópicos, a la superficie del agua.
A medida que crecen, buscan profundidades cada vez mayores. Hasta 3.000 metros o más de profundidad.
Allá abajo, un submarino común sería aplastado. A 5.000 metros de profundidad, por ejemplo, el agua ejerce una presión de media tonelada por centímetro cuadrado, aproximadamente. Eso significa que también sobre los pequeños melanocetos hay millares de toneladas de agua.
La hembra, que es mayor, mide sólo unos diez centímetros de largo. ¿Cómo y por qué estos animales resisten tal presión?. Por la misma razón por la que los animales terrestres resisten el peso del aire, que también es considerable: un kilogramo por centímetro cuadrado, a nivel del mar.
El aire, como todos los gases y líquidos, ejerce presión en todas direcciones. El gas contenido en el cuerpo de los animales terrestres ejerce, hacia afuera, la misma presión que el aire del ambiente ejerce hacia adentro del cuerpo, equilibrándose.
En el mundo de los abismos ocurre una cosa semejante. Los líquidos del organismo de los peces ejercen una presión que balancea la externa. Es este equilibrio, naturalmente, el que permite la supervivencia de esos animales.
Se supone, aunque nadie lo sabe ciertamente, que para devorarlas, el melanoceto atrae a sus presas con el fotóforo hasta la proximidad de su gran boca. El estómago, extraordinariamente elástico y la boca desproporcionada son dos factores que se conjugan para que el melanoceto engulla peces mayores que él.
El macho, mucho más pequeño que la hembra, se agarra con sus dientes a la piel de ésta adheriéndose a ella hasta el punto que pasará el resto de su vida como un órgano más de la hembra.
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