ORDEN: Decápodos
FAMILIA: Sépidos
GENERO Y ESPECIE: Sepia officinalis
Tiene un cuerpo ancho, oval, casi rectangular. Su hábitat es el sublitoral, hasta los 250 metros, en arena o sedimentos, donde se puede enterrar parcialmente. Se alimenta de crustáceos y peces.
En el fondo arenoso, el camaleón parece un saltamontes. Excitada al verlo, la sepia se aproxima, impulsada por suaves movimientos ondulatorios de sus aletas. Ocho brazos centrales que rodean su boca también se mueven lentamente, mientras el animal se arrastra.
A cierta distancia, y aún invisible a causa del cambio de color que la confunde con el ambiente, descarga sus armas: dos tentáculos, más largos que los ocho restantes, de cuyo interior se proyectan dos bolsas, que atrapan al camarón. La acción equivale, más o menos, a matar un mosquito aplastándolo entre las manos.
Con una buena diferencia entre otras: el ataque de la sepia es más veloz que la vista. Sólo se alcanza a percibir si se lo filma en cámara lenta.
Bastante común en las aguas cálidas y templadas de Europa y Asia, la sepia no aparece jamás en aguas americanas. Pero en el Viejo Continente, donde existen ejemplares de hasta 60 centímetros, el animal abunda y tiene desde hace siglos cierta importancia económica, no sólo como alimento sino también como fuente de pigmentos (color "sepia") para tinturas.
La concha interior es utilizada en raciones para aves -"hueso" de sepia como tónico para canarios- y abonos. La especie ha sobrevivido a la intensa pesca, por su gran capacidad de proliferación. Los 100 o 300 huevos puestos en cada estación, están protegidos por una substancia tóxica. Realiza la puesta sobre corales o conchas.
Dos recursos defensivos de la sepia: emisión de tinta y fuga rápida mediante la eyección de agua del sifón. La tinta tiene efecto irritante. Para atacar una presa o para defenderse, la sepia muda de color. Las posibilidades miméticas pueden asumir variaciones de color.
Durante el apareamiento, machos y hembras asumen una apariencia rayada. En cautiverio demuestra hábitos monógamos; en libertad, no se sabe.
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