CLASE: Mamíferos
ORDEN: Carnívoros
FAMILIA: Cánidos
GENERO Y ESPECIE: Canis lupus
Los lobos fueron antaño abundantes y se distribuían por Norteamérica, Eurasia y el Oriente Medio. Actualmente, por una serie de razones relacionadas con el hombre, incluyendo el muy extendido hábito de la caza, los lobos habitan únicamente en una muy limitada porción del que antes fue su territorio.
Aunque está clasificado como una especie poco amenazada para su extinción, en algunas regiones incluyendo la parte continental de los Estados Unidos, la especie está listada como en peligro o amenazada. Son cazados en muchas áreas del mundo por la amenaza que se percibe al ganado, así como por deporte.
El lobo, siendo predador, se halla en una gran cantidad de ecosistemas. Este amplio territorio de hábitat donde los lobos medran refleja su adaptabilidad como especie e incluye bosques, montañas, tundras, taigas y praderas.
Distribución geográfica
Verde: actual
Rojo: antigua
El término "lobo" deriva del latín lupus, con el mismo significado. En zoología, se usa también para definir una especie de pez teleósteo de doce centímetros de largo, un pez selacio de dos metros de longitud, a la foca, si se añade el adjetivo "marino", y al lince, si se añade el adjetivo "cerval".
Anatomía
El peso y tamaño del lobo puede variar considerablemente a lo largo del mundo, y tiende a incrementarse proporcionalmente con la latitud. En términos generales la altura varía entre los 60 a 90 centímetros hasta el hombro, y un peso de entre 32 a 70 kilos.
Los lobos más pequeños son las subespecies de lobos árabes; las hembras de éstas pueden pesar unos 10 kg en la madurez. Las hembras en una población dada pesan alrededor de un 20% menos que los machos. Los lobos pueden medir entre 1,3 a 2 metros desde el hocico hasta la punta de la cola, siendo ésta aproximadamente un cuarto de la longitud total del cuerpo.
Los lobos poseen rasgos ideales para viajes de larga distancia. Su estrecho pecho y su potente espalda y piernas facilitan una locomoción eficiente. Son capaces de cubrir varios kilómetros trotando a una velocidad de 10 km/h, pudiendo alcanzar velocidades punta de 65 km/h en una persecución.
Mientras corren a gran velocidad pueden cubrir cinco metros por salto. Las patas de los lobos están diseñadas para andar con facilidad por una amplia variedad de terrenos, especialmente nieve. Tienen una pequeña membrana entre cada dedo, lo que les permite moverse por la nieve con más facilidad que a sus presas.
Los lobos son digitígrados, y cuentan con patas traseras más largas y un quinto dedo vestigial, solo presentes en las delanteras, siendo sus garras de coloración oscura/negra y no retráctiles. Pelos erectos y garras desafiladas realzan el agarre en superficies resbaladizas, y vasos sanguíneos especiales evitan el enfriamiento de las almohadillas de las patas. Unas glándulas les ayudan a moverse por grandes extensiones mientras informa a los otros acerca de su paradero.
El mayor tamaño de las patas, ojos amarillos, más largas patas, y mayores dientes hacen distinguir a los lobos adultos de otros cánidos, particularmente perros. Existe una glándula odorífica presente en la base de la cola de los lobos, la cual le confiere a cada individuo un rastro aromático único, a modo de poder identificarse entre ellos.
Los lobos y la mayoría de los perros grandes comparten idéntica dentadura; el maxilar tiene seis incisivos, dos caninos, ocho premolares y cuatro molares. El maxilar inferior tiene seis incisivos, dos caninos, ocho premolares y seis molares.
Los cuatro premolares superiores y los primeros molares inferiores constituyen los dientes carnasiales, los cuales son herramientas esenciales para cortar carne. Los largos dientes caninos son también importantes, ya que están diseñados para mantener y contener a la presa. Por tanto cualquier lesión en la mandíbula o en los dientes puede ser devastador para un lobo, destinándolo a la inanición o a la incapacidad.
Sentidos
Pueden cazar tanto de día como de noche gracias a su agudísimo sentido del olfato y a su visión nictálope, para poca luz, dado que sus ojos poseen un tapetum lucidum tras la retina. Sus largos y poderosos hocicos ayudan a distinguirlos de los coyotes y chacales, los cuales tienen hocicos más estrechos; y de los perros que generalmente los tienen más pequeños.
Pelaje En ocasiones un lobo parece más pesado de lo que realmente es, debido a su voluminoso pelaje, compuesto por dos capas. La primera capa está diseñada para repeler el agua y la suciedad. La segunda es un denso subpelaje resistente al agua que aísla al lobo. Éste se torna en una gran mata de pelo a finales de primavera o comienzos de verano.
Un lobo se frota normalmente contra objetos tales como rocas y ramas para fomentar la pérdida del pelaje. El subpelaje es usualmente gris sin tener en cuenta la apariencia del pelaje exterior. Los lobos tienen distintos pelajes en invierno y en verano que alternan en primavera y otoño. Las hembras tienden a conservar sus pelajes invernales más allá de la primavera a diferencia de los machos.
La gestación de los lobos dura de 60 a 63 días. Los cachorros, con un peso de medio kilo, nacen ciegos, sordos y completamente dependientes. Nacen entre cuatro y seis lobeznos por camada.
Los cachorros residen en la madriguera y se quedan allí hasta que cumplen las tres semanas de edad. La madriguera está normalmente en tierras altas cerca de una fuente de agua, y tiene una "habitación" abierta al final de un túnel que puede medir unos pocos metros. Durante este tiempo, los cachorros llegarán a ser más independientes, y comenzarán finalmente a explorar el área más próxima a la madriguera, antes de alejarse más del lugar, ya con cinco semanas.
Rómulo y Remo amamantados por una loba (pintura de Rubens)
Tras esas cinco primeras semanas de vida, los cachorros comienzan a acercarse a la entrada de la guarida y, pasadas otras dos semanas, se atreverán a alejarse para comenzar sus pequeñas exploraciones comenzando a buscar algo comestible.
Los lobeznos suelen recibir lecciones de vida por parte de su "niñera", que es elegida por la hembra alfa antes del nacimiento de sus crías, con el fin de continuar con su cuidado y educación tras el destete, entre las cuatro y seis semanas de vida.
Según la raza de lobo, la manada puede optar por criar a los lobeznos o dejarle el trabajo a la madre, lo que permite a la hembra alfa dedicarse de nuevo a dirigir la manada. Empiezan comiendo alimentos regurgitados y después de dos semanas, cuando les salen sus dientes de leche, se destetarán.
Durante las primeras semanas de su desarrollo, la madre permanece con su camada sola, pero finalmente la mayoría de los miembros de la camada contribuirán en el cuidado de los cachorros de algún modo.
El aullido del lobo es un llamado para reunir a la manada, generalmente capitaneada por una hembra. Además de ese ulular tantas veces descripto y comentado, el lobo emite otros sonidos: ladridos sordos y prolongados como los que lanzan los coyotes.
Al escasear la caza, durante el invierno, la manada a veces devora a un compañero moribundo o muerto. El canibalismo no es una conducta extraña entre los mamíferos.
LEEMOS SOBRE EL LOBO Incansablemente, la manada marcha por el bosque nevado. En otros tiempos, el grupo era numeroso y podía deambular por los amplios espacios abiertos de las estepas. Pero ahora esto no ocurre. La persecución implacable del hombre los diezmó, obligándolos a buscar refugio en bosques y selvas.
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El trote no es muy vigoroso, porque los animales ya han recorrido en fila, desde que anocheció, más de cien kilómetros. Pero finalmente, señales de vida llegan a los sentidos agudísimos de las fieras hambrientas. Inmediatamente, todos parecen recobrar las fuerzas, y corren a setenta kilómetros por hora.
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La presa, un caballo extraviado, también percibe la aproximación de los atacantes y trata de huir al galope. Pero la nieve impide que los cascos se afirmen, y entorpece la carrera. Los lobos llegan. El caballo relincha y se yergue, pero las fieras atacan todas al mismo tiempo y por todos lados.
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La sangre chorrea sobre el suelo blanco y los lobos, aún más excitados, abaten al equino en pocos minutos. Si en el caballo hubiera ido un jinete, este tampoco se habría escapado de la cruenta orgía lobuna.
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2 comentarios:
La primera vez que oí aullar a los lobos fue una noche de luna junto al Lago de Sanabria. Al año siguiente, paseando por los sabinares del Valle del Arlanza, les oí aullar al anochecer, y a la mañana siguiente encontré una oveja despedazada.
Algún tiempo después volví a oírles en Soria y Palencia, pero hace ya muchos años de ello. Aun así hay algo que no se olvida: el aullido de los lobos dura un momento y a continuación los perros se ponen a ladrar y a retorcerse como locos casi hasta el amanecer.
Bueno Javier. La próxima vez que escuches aullar a un lobo en el norte, empieza a correr hacia el sur... y llevate a los perros.
Gracias por tu comentario.
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