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29 de agosto de 2011

Yak (Bos grunniens ó Bos mutus)

CLASE: Mamíferos
ORDEN: Artiodáctilos
FAMILIA: Bóvidos
GENERO Y ESPECIE: Bos grunniens

El yak (Bos mutus o Bos grunniens) es un bóvido de gran tamaño y pelaje lanoso, nativo de las montañas de Asia Central y el Himalaya, vive en las altiplanicies esteparias y fríos desiertos del Tibet, Pamir y Karakórum, entre los 4000 y 6000 metros de altitud, donde se encuentra tanto en estado salvaje como doméstico.

Los yaks pertenecen al género Bos, por lo que están emparentados con las vacas domésticas (Bos primigenius).

Los ejemplares salvajes, hoy escasos, son animales gregarios de pelo invariablemente largo (sobre todo en la zona abdominal, donde puede llegar hasta el suelo), denso y negro que cuelga a ambos lados del cuerpo y también de las extremidades, con una joroba sobre los hombros y cuernos largos de un metro de longitud. La cola es peluda a partir de su misma base y lleva en su extremo un gran mechón.

Los machos, más grandes que las hembras, pueden llegar a los dos metros de altura en la cruz y pesar hasta 1000 kilos. Las pezuñas poseen una amplia superficie de apoyo, mientras que las pezuñas secundarias rozan el suelo mientras escalan. Las hembras tienen dos pares de mamas. El cuerpo del yak es alargado, lo cual se debe, en parte a que posee un par más de costillas (en total 14) que los restantes bóvidos.


La Comisión Internacional de Nomenclatura Zoológica determinó en 2003 que los yaks, al igual que otras 17 especies domesticas, debían nombrarse como su variedad salvaje, Bos mutus, para evitar la paradoja de que los linajes anteriores, los silvestres, fueran nombrados como subespecies de sus descendientes. Por lo tanto el nombre específico que prevalece para los yaks es Bos mutus, quedando el término grunniens como nombre trinomial que designa a la subespecie doméstica.

LEEMOS SOBRE EL YAK


En la manada, están solamente las hembras y los pequeños, pues los machos pasan la mayor parte del año en andanzas solitarias por las montañas, a miles de metros de altura. Pero al llegar el mes de setiembre, cierta agitación comienza a perturbar el mundo del yak. Se acerca la época del celo, y los primeros machos empiezan a regresar a la manada.



Durante todo un mes, la hostilidad de estos, que se disputan las hembras, origina una sucesión de duelos ruidosos y sangrientos. Es una confusión de gruñidos profundos, parecidos a los de los cerdos, acompañados por el golpe seco de los cabezazos.



Y cuando los pasajes más violentos de esas disputas apenas resuenan en las montañas, algunos, empujados hacia la garganta helada de los abismos, van a caer tan hondo que ni siquiera se oye el estruendo que hacen sus cuerpos de hasta 1.000 kilos cuando se despedazan contra las piedras.




Sin embargo, fuera del período de celo, es muy raro que hagan uso de sus largos cuernos abiertos. Son herbívoros mansos y tímidos. En general, prefieren huir, a menos que salgan en defensa de la prole. Pero, como se cansan pronto de correr, debido al aire enrarecido en las cumbres, y no siempre logran esconderse, a veces se ven obligados a combatir. En estas ocasiones, se convierten en fieras.



Comportamiento


Son los ungulados que ascienden a mayor altura, pues pueden llegar a los 6000 metros sobre el nivel del mar. Se alimentan de plantas bajas y carecen de depredadores, aunque pueden sufrir el ataque (muy raramente) de los, lobos y leopardos de las nieves.



Los rebaños de yaks silvestres se componen de hembras, crias y animales jóvenes. Los machos viven en solitario o formando grupos de hasta 12 individuos. El yak permanece en los lugares que ofrezcan buenos pastos, esencialmente herbívoro, frecuenta los pastos de hierbas y líquenes; si estos escasean, inmediatamente emigran hacia otro lugar. Su buen sentido del olfato les permite encontrar siempre los lugares más adecuados.



Es un animal que distribuye su actividad al amanecer y el crepúsculo, siendo un buen escalador en terrenos rocosos abruptos y cubiertos de nieve. Para encontrarse a gusto necesita agua y le agrada además bañarse.


El período de celo empieza en septiembre, y se prolonga hasta finales de octubre. Las hembras alumbran a un ternero después de una gestación que ha durado unos 270 días. Las hembras de yak salvaje solo paren una vez cada 2 años. Alcanzan la madurez sexual al cumplir de 6 a 8 años de vida.



Los yaks se apelotonan unos contra otros durante los temporales de nieve, girando su parte trasera hacia el viento.



Los animales excitados yerguen la cola hacia arriba, como si fuese una bandera. Las manadas de lobos atacan a los yaks y capturan ante todo a los ternerillos. Por dicha causa un rebaño atacado coloca, de ser posible, a sus terneros en el centro.



Los yaks han sido domesticados desde hace 3000 años. El yak pueden cruzarse con las vacas domésticas y generar individuos fértiles produciendo más leche y de mayor contenido graso. De hecho, a esta característica se deben gran parte de las diferencias entre los yaks salvajes y los domésticos.



Estos últimos son bastante más pequeños que sus antepasados silvestres, tienen cuernos más cortos e incluso muchos yaks domésticos carecen de ellos y el color del pelo puede ser negro, pardo, castaño, blanquecino e incluso manchado de varios colores. El yak es criado como animal doméstico de las zonas frías en extensas regiones de Asia, abarcando desde Afganistán yk Bujará hasta Mongolia y norte de China.


El yak es el animal más importante en la economía de ciertas regiones del Tibet y de China. Domesticado, proporciona carne, cuero y huesos. Es, además, el principal medio de transporte en las montañas heladas.


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1 comentario:

Anónimo dijo...

Espléndida página para el maravilloso mundo de los animales. Felicidades.
Una pequeña puntualización. En las fotos del artículo sobre el Yak creo que se ha colado una de un buey almizclero.
Saludos!!!