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21 de marzo de 2011

Aves - Gorrión (Passer domesticus)

CLASE: Aves
ORDEN: Paseriformes
FAMILIA: Proceidos
GENERO Y ESPECIE: Passer domesticus
Es pequeño, está adaptado al hábitat urbano y muy acostumbrado a vivir cerca del ser humano, hasta el punto de ser el más frecuente y conocido. Se encuentra distribuido por todo el globo, aunque es originario de Eurasia y del Norte de África. Ha sido introducido por el ser humano en el resto de los continentes, a excepción de la Antártida.


Distribución geográfica

Color verde oscuro: autóctono

Color verde claro: introducido

Pueden llegar a vivir 13 años en cautiverio, aunque normalmente pocos llegan a los 7 años en libertad.


Pesa alrededor de 30 g y mide de 14 a 16 cm de longitud, siendo los machos normalmente algo más grandes que las hembras. El gorrión doméstico es de conformación robusta y patas cortas. Su pico es grueso, fuerte y cónico.


El plumaje de la espalda es pardo, con manchas negras y rojizas.

Los machos poseen una mancha negra en forma de corbata que cubre parte del pecho y de la garganta; la frente, coronilla y nuca son grises.

Las hembras poseen unos colores más apagados que los machos; su cabeza es parda y las cejas son claras. Además, no poseen el tono negro en la garganta, característica común de los machos.

La cría, conocida como gurriato, es similar en su plumaje a la hembra.

Reproducción
Forman parejas monógamas en cada estación de reproducción. Construyen los nidos en primavera, con hojas secas, plumas y restos de papel. Anidan en grietas de edificios, debajo de tejas o en troncos de coníferas. Los huevos son puestos en cualquier momento durante la primavera, pudiendo haber hasta 4 puestas, y en cada puesta de 4 a 5 huevos.

Una vez que todos los huevos han sido depositados, tanto el macho como la hembra se encargan de incubarlos, turnándose cada pocos minutos. A los 10 días los polluelos rompen el cascarón, y a los 14 ya tienen plumas.

Pueden llegar a ser muy agresivos con otras especies, ocupando o tapando nidos con polluelos recién nacidos.

Comportamiento
Suelen bajar a tierra en busca de comida caminando a saltos, a diferencia de las palomas, que lo hacen dando pasos. Se alimentan de insectos y semillas, aunque también gustan de alimentarse de los desperdicios del hombre, dada la cercanía con él. En primavera también pueden comer mariposas, y flores de Crocus, Aconitum y la flor de primavera (Primula vulgaris).

Protegen con agresividad el área alrededor del nido, tanto de otras especies como de individuos de su misma especie: los machos atacan a otros machos y las hembras hacen lo propio con otras hembras.

En ambientes urbanos muestran mayor confianza hacia el hombre que en ambientes rurales. Siempre se encuentran cerca de lugares habitados, ya sean calles, parques o jardines, así como prados, huertas o granjas.

Es un ave sedentaria.

En algunas zonas agrícolas, los gorriones llegan a constituir una plaga. El pico del pájaro está especialmente adaptado para comer semillas. Bandadas voraces llegan a destruir gran parte de las cosechas.

En los días más calurosos, los charcos de agua siempre atraen bandadas de gorriones. No se zambullen ni nadan; solo salpican el agua con las plumas erizadas, en vigorosos movimientos. Para ese "baño" utilizan cualquier charco de la calle.

Los piojillos, plaga constante en tantas especies de aves, llevan también a los gorriones a revolcarse en la arena o la tierra. En realidad, este recurso no los libera de ellos; sirve solo para mitigar la comezón.


LEEMOS SOBRE ESTE PAJARITO

Aún en las ciudades más grandes del mundo, como Londres o Buenos Aires, han desaparecido muchos de los pajaritos silvestres. Sin embargo, veloces bandadas de gorriones cruzan el cielo de esos conglomerados urbanos.

Sucede que, donde habita el hombre, siempre hay semillas, molidas o no, porque en todas las ciudades se comen cereales. Además, donde vive el hombre también se encuentran ciertos insectos, como las moscas, que resisten la contaminación del aire, comen residuos y, a su vez, sirven de comida a los gorriones.

Pero, a pesar de todo, estos pájaros habrían también desaparecido, como tantas otras aves que el hombre extinguió en su hábitat, si no fuese por su alta capacidad de adaptación y un elevadísimo nivel de natalidad.

Basta la presencia de un macho interesado, para que la gorriona comence a segregar hormonas, que desencadenan en ella el impulso de construir nido. Una hembra puede incubar tres posturas anuales. La proliferación es su éxito biológico.
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