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25 de marzo de 2011

Koala (Phascolarctos cinereus)

CLASE: Mamíferos
ORDEN: Marsupiales
FAMILIA: Falangéridos
GENERO Y ESPECIE: Phascolarctos cinereus

Su hábitat es el este de Australia.


Su aspecto recuerda al de un oso de peluche, y es de hábitos tranquilos, parecidos a los de un perezoso. El nombre KOALA, en idioma nativo, significa "el que no bebe", pero sin embargo, una vez domesticado, toma leche. Pero no nos engañemos, este animalito no es el ideal de mascota, aunque lo parezca. Es delicado y no fácil de mantener en cautiverio porque su alimentación se base exclusivamente en hojas de sólo unas cuantas de las numerosas especies de eucaliptos australianos.

De las 24 horas del día, 18 se las pasa durmiendo, debido a que esas hojas oleaginosas con que se alimenta tienen muy poco poder nutritivo. Recién al anochecer comienza ronzar las hojas, que tienen que estar bien trituradas para que las pueda digerir sin problemas. Por lo dicho puede ser que como mascota resulte bastante aburrido.

El koala puede alcanzar una longitud corporal de 76 cm; el cuerpo es rechoncho y está cubierto de pelo suave y de color marrón grisáceo. La cabeza es grande y redonda, y tiene unas orejas peludas, grandes y redondeadas.

La dentadura está adaptada a su dieta herbívora, y es similar a la de otros marsupiales diprotodontos (canguros y wombats). Tienen afilados incisivos para cortar hojas al frente de su boca.


Las extremidades posteriores son cortas, con pies grandes dotados de cinco dedos; cada mano tiene cinco dedos, dos de ellos opuestos a los otros tres; cada dedo posee una garra fuerte y grande. Las patas traseras no tienen garras en el dedo mayor, y el segundo y tercer dedo están fusionados para formar un garfio con el que pueden extirparse las garrapatas, de las que sufren a menudo.

Estas características hacen que el koala esté perfectamente adaptado a su vida arborícola, y es fácil de observar en los bosques de eucaliptos del este de Australia.Los koalas que habitan en climas menos cálidos son generalmente más grandes y tienen el pelaje más oscuro y espeso.

Los machos se distinguen de las hembras por la bolsa testicular, así como por la glándula que tienen en el pecho, y que desprende olor. Las hembras, a su vez, se identifican por la bolsa o marsupio. Además, normalmente son más bonitas, lo que se debe a sus facciones y a su menor estatura.


La bolsa es como la del wombat (otro marsupial australiano) y, al contrario que en los canguros, la abertura de la bolsa se encuentra en la parte inferior de ésta. Los machos adultos pueden ser hasta un 50 por ciento más grandes que las hembras adultas, y, además de tener la curvatura de la nariz más pronunciada, la forma de su cabeza es algo diferente a la de las hembras.

La hembra pare una única cría de 5,5 g de peso, que se desplazará hasta la bolsa marsupial de la madre nada más nacer, y permanecerá en ésta durante seis meses, alimentándose de leche; después de este periodo de lactancia, y como paso previo a la alimentación vegetariana propia del adulto, el joven koala se alimenta de una especie de papilla semidigerida que la madre produce por el ano.
Este fenómeno parece explicar la posición de la bolsa marsupial, la cual está abierta hacia atrás, pues de este modo facilita el acceso de la cría al alimento materno. Esta también es una técnica para evitar que la joven cría muera, ya que carece de las bacterias en su estómago que le ayudan a neutralizar el veneno del eucalipto.


Como animales nocturnos que son, poseen buenas facultades auditivas. Su vista es, sin embargo, más bien mediocre. La gran nariz de los koalas es excepcionalmente sensible. Les da información acerca de todo lo que concierne a la supervivencia, su territorio y el apareamiento.

 Sus depredadores naturales son los dingos, las lechuzas, las águilas, los varanos y las serpientes pitón. Las épocas de sequía y, sobre todo, los incendios, también pueden resultar peligrosos para ellos.

Sin embargo, la acción del hombre ha provocado la aparición de nuevos peligros, como coches, perros vagabundos, insecticidas, piscinas y un mayor riesgo de contraer gangrena. A menudo, se construyen carreteras que atraviesan territorios de koalas, por lo que el koala debe quedarse en el lado en que se encuentran gramos de hojas al día.

Son muy exigentes a la hora de elegir sus alimentos: primero estiran un brazo y cogen con mucho esmero algunas de las hojas elegidas; luego las olisquean con cuidado antes de darles un bocado; y, por último, las mastican hasta hacerlas una papilla y se las tragan.

Los dientes están adaptados para comer hojas de eucalipto. Estos animales recogen las hojas con los incisivos superiores e inferiores. El hueco entre los incisivos y las muelas permite que puedan mover las hojas de un lado para otro con la lengua sin morderse. Las muelas tienen una forma especial que hace que también puedan trocear la comida, en lugar de solo triturarla. De este modo, los dientes quitan la humedad a las hojas y destruyen la fibra de éstas, de modo que facilitan la digestión.



El eucalipto les aporta azúcares, almidón, grasas y proteínas. En un proceso digestivo relativamente largo; se extraen el agua y los alimentos aprovechables. Como sus alimentos son difíciles de digerir, poco energéticos e incluso tóxicos, los koalas tienen un apéndice que es muy largo (hasta 2,5 metros).
Aquí las bacterias ayudan a digerir las fibras y permiten que se dé una especie de fermentación. Además, su lento metabolismo hace posible que se almacene el eucalipto durante bastante tiempo, en el que se pierde la mayoría de la energía. Así mismo, les lleva a un bajo consumo de energía, que es inferior al del resto de los animales herbívoros.

Si los koalas quieren subir a un árbol, brincan desde el suelo, se sujetan a la corteza con sus garras y, seguidamente trepan. Suben y bajan de los árboles siempre con la cabeza hacia arriba. Normalmente, descienden lentamente, ya que sólo utilizan una pata. Generalmente, los koalas solo descienden de un árbol para llegar a otro.
Aquí les acecha la mayoría de los peligros. Cuando caminan, adelantan primero la mano derecha, después el pie izquierdo, la mano izquierda y finalmente el pie derecho. Y cuando corren, mueven pies y manos a la vez.


ComunicaciónLos koalas cuentan con una amplia variedad de sonidos, que les permiten comunicarse a grandes distancias. Tanto las hembras como los machos gritan cuando tienen miedo. Emiten un ruido fuerte, como el de un bebé cuando quiere comer, que se produce en situaciones de estrés y normalmente suele ir acompañado de temblores.



Los machos producen una especie de ronquido para manifestar tanto su presencia como para demostrar su posición social. A menudo suena como un ruido lejano, como cuando se pone en marcha una moto o como cuando gruñe un cerdo. Los machos se ahorran el gasto energético que emplearían en una lucha mediante el uso de los sonidos para establecer su posición dominante. Durante el período de apareamiento gritan mucho para que los otros animales perciban la posición del que grita.

Las hembras no aullan tanto como los machos. Sin embargo, sus gritos sirven tanto como aviso de agresión o como parte de su comportamiento sexual. Pueden ser dulces cuando intercambian unos suaves chillidos con sus crías; pero también, amenazadoras cuando gruñen expresando su enfado o su malestar. A veces se les puede escuchar emitir un sonido parecido al canturreo o al susurro de una persona.



Los koala no forman parejas. Después del apareamiento la hembra ya puede prescindir del macho porque ella sola se basta para criar a sus cachorros. Por eso, cuando el macho ha cumplido con su función reproductora con tantas hembras como disponga, regresa a su propio espacio arbóreo y reanud su apacible vida de siestas y atracones de hojas.

Cada hembra tiene un sólo hijo al año, el que tiene un tamaño diminuto como en la mayoría de los marsupiales. La cría se acomoda en la bolsa que la madre tiene en la parte delantera y allí se engancha  a una de las dos mamas. Si alguna vez la koala tiene gemelos entonces se utilizan ambas mamas.


LEEMOS SOBRE EL KOALA
Al aproximarse el invierno, cuando las hojas se seca y los brotes desaparecen, el koala finalmente desciende del eucalipto. De vez en cuando, irritado por el hambre, emite un sonido, parecido al ladrido del perro.


En el suelo no muestra la misma desenvoltura de movimientos que realiza en las ramas altas de los árboles. Con paso lento y seguro, camina a la búsqueda de semillas y flores caídas. En condiciones normales, el animal prefiere hojas y brotes bien tiernos de eucalipto.


Come tanto -alrededor de un kilogramo y medio por día, lo que representa un cuarto de su propio peso- que se impregna con el aroma del eucalipto. Esa dieta, casi exclusiva, con tanta resina aromática, produce además otros efectos. El principal es que su carne adquiere un cierto olor a desinfectante, lo que tal vez explique el hecho de que no tenga enemigos, a pesar de ser sumamente manso y tan vulnerable.


La mayor parte del tiempo el koala deambula solitario por los árboles, pero en la época de la procreación los adultos se congregan. A un macho lo acompaña un reducido grupo de hembras; esa unión, empero, dura poco. Luego cada hembra comienza a prepararse para los cuidados que brindará a su cría.


El pequeño nace en los lugares más frondosos de los árboles, con dos centímetros, como máximo, de largo. En estado adulto mide unos sesenta centímetros como promedio. Pese a nacer tan diminuto, se agarra al pelaje de la madre, se arrastra hasta penetrar en el marsupio, y permanece allí, mamando, durante unos quince meses. Transcurrido ese tiempo, sale de la bolsa y monta sobre el lomo de la madre.
Los aborígenes cazaban koalas por su carne y por su pelaje. Existía una leyenda transmitida oralmente sobre el koala en la que se explicaban sus peculiaridades físicas. Era un símbolo totémico usado con frecuencia. Además, quien tuviera al koala como tótem no podía matarlo. El koala fue considerado parte de la creación del Tiempo de los Sueños.

Hoy en día el koala es un animal que llama mucho la atención del público. Es, junto al canguro, símbolo de Australia. Debido a su belleza poco común se ha hecho muy popular en todo el mundo. Sus orejas suaves y su gran nariz le confieren, junto con su carácter amigable, un gran parecido con los ositos de peluche.

Antiguamente la piel suave y duradera de los koalas era muy popular, por ello la población se redujo considerablemente. Entretanto permanecían bajo protección, sin embargo casi 4.000 koalas que viven en zonas urbanas mueren a manos del hombre cada año. Así, tres de cada cuatro animales que mueren en accidentes son koalas (un 75 por ciento).
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