A la hembra se la llama oveja y al macho, carnero (que generalmente presenta grandes cuernos, normalmente largos y en espiral). Las crías de la oveja son los corderos y los ejemplares jóvenes son conocidos como moruecos.
La oveja doméstica (Ovis orientalis aries) es un mamífero cuadrúpedo ungulado rumiante doméstico, usado como ganado. Se originó a partir de la domesticación del muflón en Oriente Próximo hacia el IX milenio a. C. con el objetivo de aprovechar su piel, lana, carne y leche. Tiene una longevidad de 18-20 años.
Su carne y leche se aprovechan como alimento. Con la leche pueden elaborarse derivados lácteos, entre los que destaca el queso. Con su lana se elaboran distintos productos, especialmente ropa. El cuero es otro subproducto ampliamente utilizado.
La Comisión Internacional de Nomenclatura Zoológica determinó en 2003 que las ovejas, al igual que otras 17 especies domésticas, debía nombrarse como su variedad salvaje, Ovis orientalis, para evitar la paradoja de que los linajes anteriores, los silvestres, fueran nombrados como subespecies de sus descendientes. Por lo tanto el nombre especifico que prevalece para las ovejas y muflones es Ovis orientalis, quedando el término aries como nombre trinomial que designa a la subespecie doméstica
La oveja posee un periodo reproductivo que varía entre 7 y 10 años. Después de cinco meses de gestación la oveja pare una o dos crías, a las que se les llaman corderos (algunas razas como la Romanoff pueden llegar a parir nueve crías).
Para conseguir que los apareamientos tengan lugar en el momento deseado se puede separar a los machos de las hembras y no juntarlos hasta que llegue el momento adecuado, o tratar a las ovejas con sustancias hormonales para sincronizar y provocar el celo en el momento deseado.
Los corderos recién nacidos están con sus madres aproximadamente hasta un mes y medio, hasta que son destetados y se meten en los cebaderos, separándose machos y hembras ya que han de comer piensos diferentes.
La existencia mundial de ganado ovino es de aproximadamente 1.200 millones de cabezas. Casi la mitad del mismo se encuentra en Asia y Oceanía. Los principales productores son: Australia, la disuelta Unión Soviética, China, Nueva Zelanda e India. Argentina ocupa uno de los 10 primeros lugares del mundo, con algo más del 2% de cabezas.
LEEMOS SOBRE EL CARNERO
En algunas razas, la lana crece tanto que la esquuila llega a rendir unos cinco kilogramos por animal. Otras, con menos lana, producen tal cantidad de leche que llegan a dar unos cien litros anuales, suficientes para producir veinte kilogramos de queso. Eso sin hablar de la carne, ya que, como promedio, un carnero adulto pesa 70/80 kilos.
Por tales características anatómicas y fisiológicas, el carnero terminó siendo criado por millones, como fuente de fibras textiles y alimento para la población humana. Adquirió tal importancia, que los carneros actuales son muy diferentes de los ejemplares que vivían en libertad.
Por medio de cruzas sucesivas, el hombre terminó por "inventar" las razas actuales, en una selección continua, orientada hacia la producción de carne, leche o lana. Existen razas en las que solo los machos tienen cuernos, otras en las que los mismos son comunes a los dos sexos, y hasta aquellas en que carneros y ovejas son mochos, es decir, sin cuernos.
Hay razas de pelo largo, criadas en función de la producción de lana, y también las que no la producen, pero que en compensación ofrecen más leche.
Aislado, el carnero no sabe adonde ir y es incapaz de cualquier iniciativa. Eso facilita al hombre el manejo de los grandes rebaños. En general, es suficiente conducir a uno solo -la oveja que dirige al contingente femenino- para que todas las hembras la sigan. Y tras el grupo de ovejas y corderos siempre sigue el grupor de carneros.
El cordero, por su docilidad, terminó por convertirse en símbolo de la mansedumbre y la timidez. El comportamiento del macho adulto, sin embargo, no corresponde a esa imagen. Durante el celo los rivales se traban en duelos que pueden prolongarse varias horas.
Al acercarse una tempestad las ovejas comienzan a inquietarse. Los truenos y relámpagos pueden llegar a generar el pánico, que se propaga inmediatamente a todo el rebaño. Aun en esa situación, el comportamiento de cada animal se rige por el de la conductora. Si ella comienza a saltar, todas las otras saltan.
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